EL AMIGO GRACIOSO.



Ha sido una semana horrible en el trabajo, después de tanto sin vivir, llega el viernes. Arturo y Celeste salen al parque en el descanso a tomar un café, y comienzan una conversación.

- Arturo, tú sabes que cada vez que lo pienso…¡Dracaris!. Estoy muy enfadada. Yo misma les hubiese retorcido el pescuezo de pollo de corral y pegado con super pegamento sus bocas de falsas sonrisas, los hubiera tostado al punto en la hoguera de la justicia. Son unos ignorantes y se creen superiores e importantes porque nos imponen. Si pudiera, esparciría sus cenizas al viento... Y que no vuelvan. ¡Me da tanta rabia!

-¡Por Dios Celeste! Jajajaja, Sí, mejor que no vuelvan, porque a este paso te los cargas a todos mientras ves la saga de Juego de Tronos, o las pelis de Sylvester Stallone...

Después de la carcajada y del comentario de Arturo, a Celeste, también se le asoma la sonrisa floja… Ahí, un poco de medio lado. Y le da por pensar lo qué diría en este momento, el archiconocido personaje de Rocky Balboa, si ella estuviera en su papel.

 Con su gesto retorcido y su característica voz, sería algo así como;- “ Adrian hoy es un día feliz a pesar de que me hayan partido la cara y reventado las costillas, ¿no crees?

Y Adrian le contestaría- “¡ Oh, Rocky! no vayas más al ring, por favor.

Y Rocky - “ Adrian, este es mi sueño, no puedo quedarme sin pelear, ¿De qué íbamos a vivir Adrian?”....

-La verdad que a estas alturas de la lucha y de la vida, Arturo, me gustaría escuchar la historia de cuando un día mis sueños no pasan en balde... A ver si tú eres capaz de contármela, y hoy, me das una alegría que falta me hace. 

 Mientras Celeste hablaba se sentía aún pesarosa por todo lo que le estaba pasando, pero, todavía mantenía su mirada graciosa y alegre; ella nunca olvidada las muchas risas que ellos habían  compartido desde el primer momento.

–Hay cosas que son tan sencillas, Arturo, y luego se hacen tan complicadas…- Cuando Celeste terminó de decir la frase él inmediatamente le dirigió su atención, validando con ella su pensamiento a través de una firme y vehemente mirada. Ella, tornó el semblante triste, y en ese momento, comenzó a hablar en un tono más bajo. Acabó la última frase bajando la cabeza y la mirada, apretando los dientes y la sonrisa, diciendo: -a veces, se me hace tan difícil continuar-...

-¡Ay Celeste! que puedo decirte yo, que tú, y el resto de mortales no sepan de esta gente... En fin, a tí que te gustan las historias, y la historia, te voy a contar algo. A ver qué te parece…

Erase una vez una amazona poderosa , de carismática personalidad y altos anhelos. Se parecía un poco a ti.( sonríe)... Ella luchaba por una vida mejor y  por sus grandes sueños, e impartía justicia como la profesión lo mandaba, a golpe de martillo o de espada.

Se desataba en atenciones al desvalido, al más mínimo atisbo de desamparo, y a latigazos al culpable, cuando eran desmerecidos o injustos los reclamos. Era una mujer que sufría, entregada, pasional y de principios. Vivía arraigada a la verdad y a sus fuertes creencias, y además, era dueña absoluta de ellas. Pero sobre todo creía en la palabra, libre, dentro los dictados de la opinión.

Eran tiempos de guerra, de cuya fecha, no quiero acordarme.... En aquel momento nadie la estimaba, pocos la conocían. Fué en ese periodo que ella intentó reconstruir su pasado. Durante años estuvo uniendo los trozos de papel que otros pisaban y arrojaban, desde la penumbra, hacia el vacío de la ignorancia. Igual que tú lo estás haciendo ahora, Celeste. Intentar reconstruir tu historia.

En aquella época, la amazona libró numerosas batallas, siempre por la verdad y la justicia; así, enalteció la valía y el honor de todas las damas. Todas las que lo eran, la apoyaban. También la apoyaban los caballeros, los que eran dignos de serlo…Al igual que yo te apoyo.

Pero ella murió. Todos lo hacemos, algún día, Celeste... A su muerte, sus mismos coetáneos se encogieron de hombros, y en su memoria,  la recordaron como la primera guerrera dulce y luchadora, de la historia. Se parecía un poco a ti, solo que tú, aún estás viva...

Aquellos trozos de papel que otros pisaban y arrojaban, hoy también son los pedazos de nuestra historia, Celeste. Son exactamente los mismos papeles: maltrechos, desechados, ya  desechos, tachados, sucios y rotos, que otros pisaron y tiraron por nosotros... ¡Nuestros papeles! Lo que en la vida somos.

El día que la gran amazona murió, dejó escritas estas aladas palabras: 

“Si supiéramos que es en nuestro corazón, donde están escritos los tratados de la libertad de los hombres libres… Los hombres y las mujeres, dejaríamos de estar sometidos. Nosotros y aquellos, somos los mismos.”  


                                           Fin de la historia.


 

 

 

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