RELATO_ PACIENTES y PERSONAL SANITARIO.

- LA CASA CELESTE. -


Estoy en casa, y este es el primer pensamiento que tengo cuando vuelvo en mí, al despertar de aquel sueño profundo… Sé que estoy en casa.

Aquel fue una sueño generoso que me alejaba vagamente del recuerdo de lo cotidiano, y me hacia recopilar mis pensamientos en una imagen diferente en mi vida... Allí, sentía como hoy, me iba distanciando de absolutamente todos mis pensamientos más mundanos.

A lo lejos se escuchaba una lavadora refunfuñando, dando vueltas sin parar, con su característico rugido enérgico y envolvente. Y en aquel momento pensé: -¡Vaya el vecino! Tan temprano con la lavadora...

- En otro tiempo, ese ruido resultaba bastante molesto, pero hoy, su enérgico cimbreo y sus afanadas vueltas vociferan el espíritu unido de la sociedad. Difundiendo ímpetu y fuerza en cada uno de nosotros.-


No recuerdo mucho más antes de incorporarme de la cama. Y aunque todavía trataba de recuperarme me sentía feliz y me encontraba aliviada, pensando en como había hablado, visto, y observando a personas que no conicía...
Personas de las que ahora, casi no recuerdo muy bien sus caras con sus labios y su nariz cubiertos.

Tampoco sé como era su cabello porque creo que  llevaban algo puesto sobre la cabeza. Ni siquiera recuerdo como vestían exactamente, pero sí, que esas ropas no dejaban prácticamente nada al descubierto, aunque, a través de sus guantes podía sentir el calor de sus manos en mi hombro. No sé, todo aquello era muy confuso en aquel momento...

Pero lo que me causó una gran impresión, fueron aquellas miradas, las que me llamaron tanto la atención... Creo que de alguna manera intentaban comunicarse conmigo a través de ellas, o al menos, así lo entendía yo en auquel momento. Además pensaba que quizás sí les conocía de antes, ya que aquellas personas me resultaban muy familiares, como si hubiese compartido mucho tiempo con ellas.

Al despertar algunos de  aquellos rostros, los recordaba bien de compartir miradas cómplices conmigo, al igual que dos chiquillos en medio de sus alborozados juegos. -¡Antoñito, si te descubren yo estaré aquí para ayudarte!. Y si es necesario, correremos juntos para ponernos a salvo. Hasta el fin del mundo, si hace falta. ¿Me escuchas.?, Antoñito- 

 Aunque sé que ellos me hablaban,  y sé que yo les escuchaba atentamente. No logro rememorar qué es lo que querían decirme, todo era demasiado borroso… Pero daba igual, porque ahora eramos como niños haciéndonos promesas con el corazón y el alma bien dispuestos.

Dentro de aquel tumulto, siempre encontraba miradas amables y de comprensión, que sin más me reconfortan. Y además, dentro de sus ojos y entre toda aquella prisa, muy por encima de las palabras, yo podía ver su interior. Ellos llevaban su alma en brazos como a un hijo recién nacido, marchando fugaces y entregados, con su mirada traslúcida y significativa. Y entonces, en aquel momento…




Me veo flotando, como si fuese de un lado a otro pero sin moverme, dejándome acariciar por miradas que no conozco, ingrávida y sumida en mí... Me deslizo a través de todo, y entre todos, porque así me siento ligera como el aire en suspensión. Imagino afables sonrisas sin labios, tras de esos ojos entrañables que muestran que existe la verdadera esperanza. Y de ahí, su arrojo, y su enorme valentía.

He sentido la fuerza de sus manos cuando tocaban mi cuerpo, porque sé que sólo quieren acompañarme en este momento...

Pero no. Esto no será así, porque yo no dejaré que eso pase. No lo haré. ¡No les voy a dejar solos!... Ahora seré yo quien les acompañe en su esfuerzo y su optimismo, en su lucha incesante para que su jardín crezca, lleno de flores y plantas, y cada vez más los árboles frondosos lo engalanen.


Seré yo quien les acompañe para que el sol salga de nuevo a iluminarles en su gran lucha digna de encomio, con su luz y su poderosa energía. Y seré yo quien cante con una voz entera y torrencial, para que el cielo deje resbalar sus lágrimas de alegría.

Porque soy yo, quien regará el jardín de la  tierra, para que ella en su magnificente envergadura deje correr el curso de los ríos, y crecer la naturaleza. Y que entre, alegre y lustrosa la esperada primavera, y así darle de nuevo luz a la vida.

Oigo los pájaros cantar. Y su melodía me recuerda a mí, cuando en otro tiempo al levantarme observaba por la ventana como había amanecido el día, si estaba nublado, lluvioso, ventoso o soleado. Soy yo, quien lo observa... 


Y me levanto al alba cuando el gallo canta. Cuando el reloj suena, cuando las campanas tañen, o, cuando la ola del mar rompe. Cuando cae la lluvia al chocar contra el suelo, y cuando entra el  esplendido primer rayo de luz por la ventana.

Y también, cuando la voz del vecino me despierta preparándole el desayuno a sus alborozados hijos...

Soy yo, quien sale de ese agradable sueño y vuelve abriendo los ojos, retirándoles las cortinas, acompañando al amanecer con una respiración relajada y profunda.

Yo me despierto con el día en paz, y en la casa celeste, con quien me cuida. Me levanto como el día, del sueño. Junto a él y con la vida.

Y siguen tañendo las campanas, y, sonando las olas de aquel reloj, y cantando el gallo por la lluvia, que se funde con un impresionante arco iris inmenso, que hoy, forman los centelleantes destellos del sol... ¡En la mañana!.

Este es un nuevo día en el maravilloso y suave tejido de la sociedad. - Qué existe.- 
Que se pone en marcha para fundirse con la vida en una sola piel sin guante. Y en una sola voz, con los labios casi desnudos que nos refleja, en una valiente y digna mirada.

Ésta es la piel viva, la que nos servirá de abrigo al resto de personas que lo necesiten...


-¿Me escuchas Antoñito?.  Te mando un enorme abrazo.-




¡Buenos días! Mucho ánimo.






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